
Mentiras verosímiles
Los que trabajamos en comunicación sabemos que las palabras son como los ladrillos de nuestra construcción y las unimos a veces con verdades y a veces con mentiras. Por eso hay muros blindados que sirven para las próximas generaciones y hay otros que se caen en poco tiempo.
La palabra siempre estuvo al servicio de la sugestión porque las usamos para eso, para influenciar, sugerir, dar órdenes o rogar, Pero siempre en pos de que el otro haga algo por mí.
La sociedad estaba preparada para recibir esa información con las reglas que se venían manejando desde que los juglares anunciaban las noticias. Y había un ambiente donde se admitía jugar con las palabras, fantasear y hasta falsear, como el ámbito de los chistes, la comedia, el circo y ¿por qué no? la cancha también. La incorporación gradual de las redes generó también nuevas formas de generar contenido como los memes y otros, donde se admite la alteración de la imagen y la palabra en pos de un chiste o un golpe de efecto para generar doble sentido.
Pero hoy existe una nueva percepción en donde se han invertido los escenarios y decimos verdades en las ficciones y mentiras en las noticias. Se volvió difícil hacer chistes con las más simples verdades y se volvió fácil construir mentiras verosímiles usando la amplia variedad de tecnología para recrear y la gran difusión de las redes sociales.
Entonces una profesión como el Periodismo se ve jaqueada, se pone en duda la labor de los historiadores y hasta incluso la criminalística, que siempre se basó en las evidencias, se encuentra cruzada por la falacia o la fantasía.
En la publicación del Resumen ejecutivo del 17 de junio de este año, del Instituto REUTERS y la Universidad de Oxford, que surge de una investigación, resultó que la prioridad número uno para los medios en los 47 mercados es proporcionar noticias que ayuden a comprender (6,5); más específicamente, aportar diferentes perspectivas (7,6). También surgen las necesidades de conocer (4,6), en particular “actualízame” (5,8). Pero la prioridad de los usuarios es otra, y encontraron que, en los mercados con niveles más bajos de libertad de prensa, la necesidad básica es “Conocer”. Mientras que, en los países con niveles más altos de libertad de prensa, la necesidad básica prioritaria en “Entender”.
Si bien está claro que la gente pretende contenidos que la mantengan informada sobre los acontecimientos actuales (“actualízame”), también se verifica una fuerte necesidad de que las noticias eduquen y den perspectiva. Y aunque estas necesidades se consideran más importantes, también existe una minoría sustancial de al menos un 40% que considera importantes aquellas noticias que ayudan a hacer o sentir cosas.
La pregunta del millón es: ¿ante tanta diversidad de fuentes y de canales, ante tanta desinformación, ¿cómo construir verdades?, ¿cómo construir círculos de confianza? Y ¿cuál será el rol del periodismo y de los medios para construir verdades y descubrir mentiras?, ¿también donde se instalará la escuela y que rol cumplirá la alfabetización digital tan necesaria en esta nueva era?
En una investigación realizada el año pasado en Posadas, por la Politóloga y epistemóloga Milva Carlino y yo, que soy Comunicóloga e investigadora también Amalia M. Benítez, en base a 400 casos, un 43% de la población declaró que le gusta estar informado, aunque no tiene mucho tiempo para dedicarle al tema. Un33% le Gusta estar informado y hace todo lo posible leyendo medios y redes. Y un 24% indicó que no le gusta recibir noticias. En cuanto a la absorción de noticias falsas un 55% declaró que si a veces las recibe y un 25% que las recibe siempre. Entonces vemos como se naturaliza el hecho de que es posible recibir noticias falsas y ya se pusieron en práctica los métodos para resistirlas.
Preguntamos qué actitud toma ante las noticias falsas y un 42% declaró que busca en otros medios o chequea y un 19% pregunta a la familia, mientras que otro 19% no hace nada por verificarlas. Y otras actitudes que pudimos detectar fueron variadas pero llamativas porque nos mostraron que hay una cierta tolerancia a ellas y que pueden convivir con las noticias falsas sin pelearse con ellas. Es una forma de naturalizar, no solo su existencia, sino que no las combaten para nada.
Ahora la tecnología nos enfrenta a la humanidad a un nuevo desafío, el de absorber información construida con la ayuda de la inteligencia artificial, totalmente capaz de modificar palabras, imágenes y hasta voces y digo “nos enfrenta” porque nos interpela y lleva a pensar sobre la ética profesional y periodística, con la cual debemos enfrentar estos nuevos problemas.
Tal vez, ante nuevos problemas podemos construir y desarrollar nuevas armas, tal vez usemos las mismas que conocemos de siempre, la educación es una de ellas. La alfabetización digital es inminentemente necesaria para enfrentar los próximos días de nuestra sociedad.
Peter Pomerantsev es un periodista, autor y productor de televisión británico nacido en la Unión Soviética. Es investigador principal de la Universidad Johns Hopkins y codirector de la Iniciativa Arena , un programa innovador dedicado a superar los desafíos de la desinformación y la polarización recientemente publicó el libro How to Win an Information War: The Propagandist Who Outwitted Hitler (Cómo ganar una guerra de información: el propagandista que superó a Hitler)
Entre sus conclusiones da ciertos ítems que podrían servirnos para aplicar en nuestros medios y contextos y llama a La creación de una comunidad como fundamental para que la información tenga un impacto. Publicar historias sin crear una comunidad no es una forma eficaz de hacer periodismo en el contexto actual, dijo Pomerantsev. “No pensemos que basta con predicar o simplemente difundir la verdad y esperar que se sepa. Entendamos hasta qué punto la gente anhela una comunidad: ser comprendida y escuchada, lo que parece muy fácil de decir. Pero háganlo de una manera que no comprometa su ética periodística”, dijo.
Y también remarcó que Los periodistas deberían pensar críticamente sobre su papel en la democracia. En un entorno en el que el simple hecho de hacer pública la información no suele generar cambios, los periodistas deberían preguntarse cuál es su papel. “Necesitamos tener un espacio en el que reflexionemos sobre nuestro papel en el diseño de la esfera pública y de las plataformas tecnológicas. Si esa es la cuestión fundamental que está socavando la teoría de la democracia y el papel de la información en ella, ¿cuál es también nuestro papel en ese debate? ¿Deberíamos aceptar dinero de las empresas tecnológicas?”, preguntó Pomerantsev.
También la UNICEF generó una campaña sobre noticias falsas y enseña a no compartir y a verificar el origen de la información antes de compartirla, es una herramienta muy útil para niños y docentes, y para el público en general. https://www.unicef.org/argentina/desinformacion
Así es que, ante tanto despilfarro de tecnología y zafarrancho de palabras e imágenes, nos queda el regreso a las buenas prácticas, para los que quieren hacer comunicación uniendo palabras con verdades.